¿Cómo acabé en una relación tóxica si soy inteligente?
- Raquel

- 8 may
- 3 Min. de lectura

¿Cómo llegué aquí? Si soy inteligente, independiente… y sin embargo, estoy atrapada en una relación que me hace daño
Quizá este pensamiento ya ha cruzado tu mente muchas veces… ¿Cómo puede ser que yo, con todo lo que sé, con todo lo que he construido, esté viviendo esto?
Eres una mujer brillante. Has estudiado, te has formado, has creado tu negocio, lideras equipos, tomas decisiones cada día. Eres fuerte. Capaz. Resuelta. Y sin embargo, por las noches, cuando nadie te ve… te preguntas cómo has llegado a vivir una relación que te apaga, que te resta, que te erosiona poco a poco.
¿Cómo puede una mujer tan poderosa fuera, sentirse tan pequeña por dentro?
El maltrato no empieza con un grito. Empieza con una renuncia silenciosa
No llegaste ahí de un día para otro.No fue una bofetada ni una gran humillación lo que te ató. Fueron pequeñas decisiones que fuiste tomando por amor. O eso creías. Ceder una vez. Callar otra. Justificar lo que te dolía. Y poco a poco, sin darte cuenta, te fuiste dejando a ti para quedarte con él.
Eso no te hace débil. Te hace humana. Te hace una mujer que ama, que busca construir, que espera que las cosas cambien.
Pero hay algo que casi nadie te dice: Cuando tu autoestima está fracturada desde dentro, confundes amor con reparación.
La paradoja de la mujer fuerte
Te has acostumbrado a sostenerlo todo: el trabajo, la casa, los hijos, el negocio… y también a tu pareja. Tú eres la que aguanta. La que no se queja. La que lo entiende todo.
Y esa fortaleza que fuera te aplauden… dentro te está matando.
Porque una mujer fuerte no debería tener que salvar relaciones que la destruyen. No debería cargar con el dolor emocional de dos personas. Ni soportar palabras que hieren, ausencias que pesan, actitudes que invalidan.
Pero lo haces. Y lo haces porque, en el fondo, hay una parte de ti que aprendió desde niña que tenía que ganarse el amor. Que tenía que merecerlo. Que si no luchaba, lo perdería.
“Pero no me pega…”
No hace falta. No todas las cicatrices son visibles. Hay maltratos que no dejan marcas en la piel, pero sí en el alma:
Cuando te hace dudar de lo que sientes.
Cuando invalida tus emociones.
Cuando te hace sentir culpable de su mal humor.
Cuando siempre tiene razón y tú siempre terminas disculpándote.
Cuando te manipula con el silencio.
Cuando no puedes ser tú sin miedo a una crítica o un desprecio.
Eso también es violencia. Silenciosa. Normalizada. Pero igual de destructiva.
¿Por qué no te vas?
Porque tienes miedo. Porque sientes vergüenza. Porque te preguntas cómo explicarlo si ni tú misma lo entiendes. Porque hay dependencia emocional. Porque te has acostumbrado al “mínimo” y lo llamas amor. Porque tu niña interior sigue esperando que alguien la elija y se aferra a la idea de que esta vez… va a ser diferente.
No es que no sepas salir. Es que no sabes cómo empezar a soltar
Y no tienes que saberlo ahora. No tienes que tomar decisiones hoy. Lo único que necesitas es volver a verte a ti misma con los ojos con los que te veías antes de esta relación.
Volver a preguntarte:
¿Quién era yo antes de esto?
¿Qué quería?
¿Qué merecía?
Y recuperar la parte de ti que no está rota. Que no se ha apagado. Que solo se ha dormido… esperando a que tú vuelvas.
Conclusión: No estás sola. Y no estás rota.
No estás loca. No eres menos lista. No eres débil. Eres una mujer que ha amado con el alma… y se ha olvidado de sí misma en el proceso.
Y este texto no es para decirte lo que tienes que hacer. Es solo un espejo. Uno limpio. Para que puedas mirarte y reconocerte. Porque cuando lo hagas, esa parte de ti que lo aguanta todo… por fin va a descansar.
Y entonces, la verdadera tú va a volver.
Raquel Henko














Comentarios