Qué le diría hoy a mi niña de 5 años
- Raquel

- 5 dic 2024
- 3 Min. de lectura
Pequeña, si pudiera sentarme contigo ahora, mirarte a los ojos y abrazarte, esto es lo que te diría.
Primero, quiero que sepas algo muy importante, nada de lo que has vivido es tu culpa. Los gritos, los golpes, el abandono, esa sensación de que nunca eras suficiente... nada de eso tuvo que ver contigo. Tú eras una niña, solo querías amor, seguridad, un abrazo que te dijera que todo estaría bien. Pero no lo recibiste. Y sé que eso duele, que te hace sentir que había algo malo en ti. Pero no, pequeña. No había nada malo contigo. El problema estaba en quienes no supieron verte, en quienes no supieron darte lo que necesitabas.
Sé que aprendiste a sobrevivir desde muy pequeña. Que te pusiste una coraza porque sentías que, si no lo hacías, el mundo te aplastaría. Y funcionó, al menos por un tiempo. Esa coraza te ayudó a soportar el rechazo, el bullying, los gritos en casa. Te hizo fuerte, o eso parecía. Pero esa coraza también te robó algo, la posibilidad de ser tú misma, de ser una niña que no tuviera que demostrarle nada a nadie.
Te convertiste en la "niña mala", la "problemática", porque te colgaron un cartel que no era tuyo. Y, aunque te dolía, lo aceptaste, porque en ese momento pensaste que eso era mejor que no ser nada. Pequeña, quiero que sepas que eras maravillosa, incluso cuando nadie más lo vio.
Creciste escuchando que eras fea, insuficiente, una carga, pero, contra todo pronóstico, sobreviviste. Te levantaste una y otra vez, sola, porque nadie más lo haría por ti. Y cuando parecía que no podías más, sacabas fuerza de algún lugar desconocido. Esa fuerza, pequeña, era tuya. Siempre fue tuya.
Con el tiempo, te convertiste en una mujer que lo conseguía todo, éxito, reconocimiento, metas cumplidas. Pero lo hiciste desde la rabia, desde las ganas de demostrarle al mundo que podías. Lo lograste, sí, pero ¿a qué costo? Cada victoria se sentía vacía porque, por dentro, aún eras esa niña que no sabía quererse. Llenaste el vacío con cosas materiales, con relaciones tóxicas, con amistades que solo te usaban, buscando fuera lo que nunca te diste a ti misma.
Y entonces, te encontraste sola. Porque el éxito no significa nada cuando no sabes amarte.
Pero, pequeña, escucha esto, todo eso cambió. Aprendiste. Te caíste mil veces, pero te levantaste mil una. Y en cada caída, descubriste algo importante, que no necesitas demostrarle nada a nadie, que no necesitas buscar amor fuera. Porque todo lo que siempre buscaste estuvo dentro de ti.
Hoy, si pudiera hablar contigo, te diría esto:
No eres mala.
No eres insuficiente.
No eres fea.
Eres una niña increíblemente fuerte, sobreviviendo en un mundo que no sabía cuidarte.
Y hoy, gracias a ti, gracias a esa fuerza que sacaste una y otra vez, estoy aquí. Me he dado el lugar que siempre merecimos. He aprendido a amarme, a respetarme, a no aceptar menos de lo que valgo. Y todo eso es gracias a ti, pequeña.
Así que, si alguna vez te preguntaste si todo el dolor valdría la pena, déjame decirte, sí, lo valió. Porque hoy sé que no importa cuán oscuro sea el camino, siempre hay luz al final. Y esa luz, pequeña, siempre estuvo dentro de nosotras.
Gracias por no rendirte. Gracias por seguir. Gracias por ser tan increíblemente fuerte. Te amo. Siempre lo hice, aunque no lo supiera.
Raquel Henko














Comentarios